Por Ricardo Gálvez
El 8 de marzo se conmemoró el “Día de la Mujer”, y en nuestro país la desigualdad sigue siendo moneda corriente. Desde este espacio queremos hacer visibles a las mujeres que sufren día a día las consecuencias de vivir en una sociedad que no les garantiza un trato igualitario con los hombres. Esas mujeres que, para el ojo común, muchas veces son invisibles.
Los hombres no nos damos cuenta de todo lo que tienen que pasar las mujeres para recorrer el mismo camino que nosotros estamos tomando. Y es que éste puede ser mucho más plano para los hombres, y lleno de obstáculos para las mujeres. Para poner un ejemplo práctico, se ha normalizado que, si un padre pasa una pensión, solventa las necesidades de sus hijos, los llama por teléfono todos los días y los visita una vez por semana, es un buen padre. Pero bajo ese mismo pensamiento, si la madre cumpliera solo con esos mínimos, la sociedad de frente la cataloga negativamente. Injusto, ¿no?
Gracias a la pandemia, muchas mujeres han sido más afectadas de lo que estaban antes de que conociéramos del COVID19. En una sociedad machista como la nuestra, muchas veces ellas terminan siendo las que cumplen la labor de criar a los hijos de la familia. ¿Nos hemos puesto a pensar cómo van a poder lograr independencia económica o mantener sus carreras profesionales si es que los niños solo acuden por unas horas al día al colegio? ¿Cómo hemos apoyado a las víctimas de maltrato que tuvieron que convivir encerradas junto con su agresor? ¿Estamos impulsando, verdaderamente, el enfoque de género en nuestro sistema educativo? ¿Qué mensaje les está dando el Estado a las mujeres cuando vemos que nuestro Gobierno nombra, defiende, apaña y festeja a hombres denunciados por violencia familiar y de género? ¿Cómo puede sentirse una persona, si sus autoridades – aquellas que deberían velar por su bienestar – relativizan su lucha, premian a agresores, y las ignoran? Panorama desolador, ¿no?
Que esta fecha que ha pasado nos haga reflexionar sobre todo lo que nos falta avanzar como sociedad. La mujer no es “el complemento” de un hombre. Un “complemento” es algo que acompaña, que es secundario. Decir eso es ponerles un límite a las mujeres, y eso es inaceptable. Sumémonos a la lucha que otorgue a todos y cada uno de los integrantes de nuestra sociedad la plena igualdad de oportunidades, los mismos derechos, la garantía de obtener el mismo acceso a la educación, paridad, una justicia plena para todos, y la libertad de decidir sobre sus propios cuerpos.
Foto: Samantha Pantoja, marcha en México.