Por Ricardo Gálvez
Desde que Pedro Castillo asumió la Presidencia de la República, un sector de la izquierda que decía autoproclamarse “progresista”, adoptó el papel de aliado incondicional del régimen. La excusa fue, y sigue siendo por momentos, que en la otra orilla – es decir, en la oposición – se encuentran partidos políticos golpistas de derecha que buscan destituir al Presidente Castillo. Bajo esta narrativa, como podemos encontrar políticos inescrupulosos y poco democráticos en la oposición, cualquier denuncia que caiga sobre el Gobierno debe ser pasada por agua tibia hasta que el escándalo se esfume con el tiempo y por sí solo.
Señalando de golpistas y corruptos a los políticos de la orilla de al frente, este sector político que defiende a capa y espada a Castillo, nos ha acostumbrado a escuchar varios relatos que suelen mezclar cuando saltan acusaciones graves sobre este régimen. Además de la justificación de que el adversario político buscaría desestabilizar al Gobierno, podemos ver que también abusan de la narrativa de la victimización asociada a la pertenencia a una base social amplia (“no nos quieren porque somos del pueblo”), así como el manoseado “antes también pasaba esto y cosas peores”.
Entonces, si alguien del régimen de Castillo comete una barbaridad, se puede recurrir fácilmente al archivo periodístico y sacar una declaración aberrante de Martha Chávez en los 90. Listo, solucionado el asunto: el fujimorismo hizo cosas similares o peores. Ese negocio no tiene pierde, ya que la dictadura de los 90 tuvo innumerables episodios vergonzosos e indignantes. Entonces, si no nos molestó tanto lo que sucedía antes (¿de dónde sacan que no nos enfurece ese pasado vergonzoso? No tenemos ni idea), ¿por qué vamos a exigirle a Castillo que haga algo mejor? Así de poco nos queremos.
La práctica de tildar de golpista a la oposición (que, en muchos casos, bien merecido tienen el mote), tampoco es tan justa. Bastaría ver cómo el ex Ministro de Salud, Hernando Cevallos, impulsaba y votaba a favor de la vacancia de PPK hace pocos años. Tampoco es difícil encontrar manifestaciones en redes de Verónika Mendoza, Sigrid Bazán y Anahí Durand demostrando que estarían a favor de dicha destitución. ¿Qué pasó? ¿La vaca no se acuerda de cuando fue ternera?
Es por eso que nos preguntamos si es que dicha izquierda no estaría pegando el grito en el cielo (y estaría orgullosa hablando de “sacar las zapatillas”) si es que un gobierno de derecha tuviera estas características o hechos que hoy apañan:
- Un Presidente mintiendo flagrantemente en sus declaraciones a la Fiscalía por casos de corrupción.
- Se despidiera al Procurador General cuando éste osa denunciar por corrupción al Presidente.
- Se sepa de reuniones clandestinas con lobbistas y proveedores del Estado que terminan ganando licitaciones millonarias.
- No se respondieran las decenas de denuncias de corrupción dentro del entorno presidencial.
- Se encontraran 20 mil dólares ocultos en un baño de Palacio, pertenecientes al Secretario del Despacho Presidencial acusado por manejos corruptos.
- Se brindaran explicaciones ridículas como las que da Castillo (Por ejemplo: “no sabía quién le estaba haciendo la fiesta de cumpleaños a mi hija.”).
- Se supiera que el Secretario de Presidencia realizó una fiesta de 100 mil soles para su hija, luego de encontrársele evidencias claras de corrupción, y que ésta fuera organizada por una lobista favorecida por licitaciones millonarias.
- Se comprobara que se contrata a gente poco preparada solo porque son amigos de la cúpula del poder, sin contar con las calificaciones correspondientes.
- Se pretendiera censurar noticias en el canal del Estado.
- Se nombrara a un PCM que le diga a una congresista que “solo falta que la violen”.
- Se demostrara injerencia en ascensos en la Policía y las FF.AA., con denuncias concretas y exposición de tarifario de coimas.
- Se demostraran presiones a la SUNAT, de parte del entorno presidencial, para favorecer a determinadas empresas.
- Se negociara por lo bajo con mafias de transporte informal, y se cumplieran los pactos de dichos encuentros.
- Se pretendiera petardear la reforma universitaria y acabar con la meritocracia en la Educación escolar.
- Se eligieran Ministros misóginos y con denuncias de violencia familiar y contra la mujer.
- Se encerrara a empleados de Salud que protestan contra un Ministro impresentable.
- Se hiciera poco o nada ante un desastre ambiental como el de Repsol.
- Se presentaran primeros ministros anunciando pretender ser “balas de plata” para “cerrar” el Congreso.
Difícil creer que no estarían apoyando una vacancia presidencial, o no estarían protestando en las calles ante estas circunstancias, ¿no?
Tras ser aliados de este gobierno y haber avalado todo esto y más, en algún momento – cuando supongan que nos hemos olvidado de su alianza incondicional con Castillo – creerán que pueden volver a arrogarse ser “la reserva moral del país”. Ojalá que, así como tenemos memoria para denunciar al corrupto régimen dictatorial de Alberto Fujimori y a sus aliados, ésta no sea selectiva y se nos olvide lo que dicho sector de izquierda progresista promueve, apoya, justifica y avala.
Los principios han quedado claros, a otros con sus cuentos.
Imagen: Composición propia. Fuente: NBC-Warner Pedro Castillo, Verónika Mendoza, Anahí Durand y Sigrid Bazán: Twitter y Facebook. Guido Bellido y Vladimir Cerrón: Congreso y RPP.