Cuando se nombra a un nuevo Gabinete, éste tiene 30 días para presentarse en el Congreso, exponer las políticas públicas que promoverá y luego lograr un voto de confianza del propio Parlamento. De no lograrse, el Presidente tiene que nombrar a un nuevo PCM, y pasar por el mismo proceso. El Congreso solo puede negarle la confianza a un Gabinete sin sufrir consecuencias, al hacerlo por segunda vez el Presidente está facultado para disolver constitucionalmente el Parlamento y convocar a elecciones congresales.
Aníbal Torres se estaría presentando a solicitar dicho voto el 8 de marzo. Ese día sabremos si es que el Congreso disparó su primera bala de plata, y de hacerlo ya no podría negarle la confianza (sin correr el riesgo de ser disuelto) a ningún nuevo PCM…¡así sea Antauro Humala! (por ponernos en ejemplos extremos). Es una situación crítica, ¿no? La tregua que parecen haber alcanzado esta semana ambos poderes, pareciera hacernos creer que la confianza sería otorgada.
Antes de dicho «pacto», el PCM Aníbal Torres denunció innumerables veces que el Congreso estaría conspirando para destituir a Pedro Castillo. ¿Es así? Decir que no existen congresistas y bancadas enteras que sueñan con la vacancia presidencial resultaría ser un ejercicio negacionista de nuestra parte. Es obvio que por lo menos un tercio del Congreso está en esa labor, y a la primera oportunidad que tenga buscará lograr su cometido. Pero, ¿existen 87 votos para lograr la destitución express (e inconstitucional si es que se aplica la justificación de “incapacidad moral permanente”)? No. No existen, y para darnos cuenta solo necesitamos saber contar. ¿Entonces? ¿Qué tanta victimización?
Sin embargo, la bala de plata para disolver el Congreso sí es una constante en la narrativa del Ejecutivo. Se ha mencionado muchísimas veces, y el propio ex PCM Valer dijo que él mismo se prestaba para ser el primer Presidente del Consejo de Ministros censurado por el Congreso para así facilitar la disolución del mismo. ¿Por qué pasamos por agua tibia esas declaraciones amenazantes si además van en la misma línea que las acciones del propio Ejecutivo?
Recién vamos 7 meses de Gobierno y pareciera que siempre estamos al borde del “yo te vaco versus yo te disuelvo”. A ese nivel hemos llegado. Sin embargo, si somos bastante sinceros, la probabilidad de que se logren 87 votos (con la actual composición del Congreso y las alianzas castillistas) para destituir a Castillo son bastante remotas; y por el contrario, las intenciones de disolver el Parlamento así como las posibilidades de lograrlo son bastante altas.
Las encuestas indican que la mayoría del país estaría queriendo que se vayan todos, ya que ambos poderes no estarían a la altura de las circunstancias. ¿Estamos llegando a un punto de no retorno? ¿Cuánto durará esta «tregua»? Dada la situación, pareciera que por lo menos uno de los poderes elegidos en el 2021 no terminará su mandato. En este duelo de pistolas, los que estamos al centro – los ciudadanos – seremos los más perjudicados cuando las balas corran.
Mientras tanto, podemos distraernos con la propuesta irracional de Aníbal Torres que buscaría que los serenos municipales lleven armas de fuego. Balas por todos lados, renuncias en el MTC, y más nombramientos de funcionarios con prontuario.
Imagen tomada de: https://mythsoftheamericanwest.wordpress.com/2015/11/13/the-myth-of-gunfights-in-the-old-west/