Recientes encuestas van reflejando el hartazgo de la gente con nuestra clase política. No es una sorpresa, es algo que se ha ido sembrando día a día en los últimos años. Muchos explican el último resultado electoral como una consecuencia de la profunda decepción de los peruanos ante el propio sistema político. Por eso, desde este medio, incansables veces hemos hecho hincapié en la necesidad urgente de debatir una Reforma Política integral que pueda ser un punto de inicio de una mejora sustantiva de nuestro sistema.
Los reflectores, muchas veces, están centrados en el daño que le hace al país una presidencia precaria como la de Pedro Castillo. Es lógico, por donde se toca el Gobierno salta el pus que traerían los carteristas y chaveteros que se encontrarían en el poder: nombramientos indebidos, cuoteos y favoritismo, corrupción pirañita, e incapacidad para enmendar el rumbo.
El día de ayer, el Presidente del que justifican su impericia indicando que “está evaluando” todos sus pésimos nombramientos, defendió públicamente al mercanchifle Ministro de Salud. ¿La excusa? Como era lógico, la victimización. Según el Gobierno, la gente se ensaña con el nuevo Ministro porque viene de la chacra, de los pueblos más alejados. Las denuncias de corrupción, su falta de idoneidad, las múltiples mentiras y engaños que se le han encontrado, las presuntas estafas tras la promoción de medicinas fantasiosas, y la necesidad de contar con alguien que sí pueda cumplir con las expectativas que tiene la población sobre el MINSA no importan para el Presidente chotano. El mensaje es que, como es “del pueblo”, todos lo criticamos. Y listo, página pasada. Hay que decirlo abiertamente: un asco.
Sin embargo, al otro lado de la acera, el Congreso hace esfuerzos para pintar un panorama desolador. Tenemos bancadas de oposición que negocian intereses millonarios como los de las universidades sin licencia, que comulgan con un Ministro de Transportes que promueve el transporte informal, y que solo están pensando en permanecer en sus curules con todos los beneficios que éstas traen. Susel Paredes, la congresista que promueve la censura de el MTC Silva incansablemente, ayer denunció que una congresista se niega a firmar la moción que lo destituiría porque el Ministro se habría comprometido con una obra para su región. Resulta evidente cómo se negocian las cosas en el Parlamento, otro asco mayúsculo.
Los papelones de gestión no son propiedad exclusiva del Ejecutivo. En el Legislativo contamos con congresistas, como el almirante Montoya, que tienen la desvergüenza de inventarse que ellos son el “primer poder del Estado”, con teorías que imaginamos se las dijo su propio reflejo en el espejo. Y ayer, como para graficar el paupérrimo nivel de nuestro Congreso, saltó la noticia de un proyecto de ley presentado por la congresista Silvia Monteza (Congresista de Acción Popular que obtuvo 7,171 votos en Cajamarca), que buscaría declarar la placenta un “activo de propiedad del recién nacido”, para que la venta del mismo sirva para abrir una cuenta de ahorros con fines previsionales a favor del bebé.
¿Qué? Así como lo leen. Nuestro Ministro de Salud nombra de asesor principal a un veterinario sin vacunas contra el COVID registradas, y nuestros congresistas están promoviendo que se vendan las placentas. Mientras el MINSA y Castillo nos tratan como a mascotas, no nos sorprendería que algunos parlamentarios sigan en la línea de la Sra. Monteza y terminen sacando proyectos de ley que estaticen los dientes de leche de los infantes en aras de romper el oligopolio del “Hada de los Dientes” y del “Ratón Pérez” (que, para colmo, son extranjeros y quizás agentes imperialistas). Ese es el nivel, en eso están ocupados.
Ambos poderes no dan la talla, y son el reflejo de un sistema político que se encuentra en UCI. Sabemos que para salir de ésta la Reforma Política es vital. Sin embargo, creer que el burro con el tiempo mejorará a caballo es de ilusos. Pretender que este Congreso la proponga y debata es como esperar que Castillo nos pueda decir algo coherente y no abuse de la palabra “pueblo”. Es por eso que cada vez suena más fuerte la arenga “que se vayan todos”.
Barajar las cartas nuevamente, ¿será la solución? No. Puede pasarnos lo mismo. Pretender que una torta salga diferente con los mismos ingredientes es demasiado difícil. Sin embargo, quizás sea el único punto de partida al que podamos llegar. Lo que venga después será de nuestra entera responsabilidad. Sin esperanzas de que se avance en el tema, quizás debamos de poner las propuestas de Reforma Política debajo de la almohada, esperando que los partidos que postulen en las siguientes elecciones las conviertan en realidad. No esperemos que lo haga un “hada” mágicamente, necesitamos exigirla.
Foto: Tomada de https://icteeth.com/what-to-do-if-your-child-has-a-loose-tooth/