Hace unos días saltó la noticia de que una jueza de Piura habría citado al dueño de Meta – antes Facebook – Mark Zuckerberg para que brinde sus descargos frente a la demanda que le hizo un ciudadano piurano al que le habrían cerrado sus redes por propagar noticias falsas sobre el COVID 19.
Inmediatamente, saltaron los memes respectivos. Hay que reconocer que, en el Perú, la producción de estos es bastante rápida y creativa. Pero no solo somos expertos en sacar memes creativos ante situaciones vergonzosas, también somos expertos en producir resoluciones judiciales alucinantes.
Así como ahora se pretende que Zuckerberg declare para un juzgado de Piura por una demanda estrafalaria y sin sentido, en los últimos años hemos gozado de otras perlas memorables del Sistema de Justicia peruano. Hemos podido observar abusos sin sentido, en los cuales terminan metiendo a la cárcel a un productor de TV por una demanda interpuesta contra una revista sobre la que no tenía vínculos laborales (caso Ney Guerrero), hasta la increíble sentencia dictada la semana pasada contra Christopher Acosta y Jerónimo Pimentel por el libro “Plata como cancha”.
También hemos sido testigos de cómo dos accionistas de un canal de TV tenían resoluciones paralelas, de juzgados diferentes, que les otorgaban a ambos la administración de Panamericana Televisión. Obviamente, ante el despelote ocasionado, la situación terminó en una guerra campal en la que ambos bandos se agarraron con baldes de pintura, y cada uno se atrincheró en un estudio diferente. Así, según el distrito en el que te encontraras podías captar la señal de Panamericana de Schutz, o la señal de Genaro Delgado.
¡Cómo olvidar el fallo judicial del ex juez Malzon Urbina en el que declaraba fundado el habeas corpus que pusieron los ex comerciantes desalojados de La Parada! Uno tenía que sostener la mandíbula cuando veía que un desadaptado fuera juez y decidiera el destino de muchas personas. Leer su resolución citando a Don Quijote, nos despertó a muchos las señales de alarma sobre lo podrido que se encontraba el Sistema de Justicia.
Los mencionados son solo casos emblemáticos que nos invitan a reflexionar. ¿Se imaginan el suplicio que pasan las personas que tienen la lamentable mala suerte de necesitar del Sistema de Justicia? Pasar por ese martirio implica varias cosas, que si te tocan combinadas pueden complicarle la existencia a cualquiera: corrupción, lentitud asombrosa, funcionarios limitados intelectualmente. ¿Qué es peor? Ni idea.
Más allá del chiste, ¿cómo podemos pretender avanzar como país si nuestro Poder Judicial es un chiste que nos deja en ridículo como país? Necesitamos empezar a debatir la reforma del Sistema de Justicia para dejar de ser un mal chiste. Quizás, así, evitemos la vergüenza internacional de que algún juez peruano llegue a declarar inconstitucional la Ley de la Gravedad.
Foto: Andrew Harrer / Bloomberg