En algún momento de nuestras vidas, muchos nos hemos topado con alguna persona que finge hacer muchas cosas, no hace nada y al final se pone a posar para la foto y el reconocimiento grupal. Los podemos encontrar en los trabajos en grupos cuando estudiamos, en la oficina, y a veces hasta en nuestro equipo de deporte. Ahí están, los conocemos, sabemos quiénes son, muchas veces les dejamos pasar la criollada “para no hacer lío”, pero si llegan al descaro – o causan el hartazgo de sus compañeros – pueden terminar siendo vapuleados por todos los que se sienten ofendidos o afectados por sus actitudes.
Pareciera que Pedro Castillo es uno de esos “criollazos”. El día de ayer, mientras el Congreso estaba censurando – ¡al fin! – a su ministro de Educación y compañero de sindicato, el Presidente se la pasó posando en sesiones de fotos que servirán para mecer al pueblo con una imagen que intenta proyectar pero que no tiene.
Tras el escándalo que se armó porque Castillo habría impedido el día anterior que la fiscalía ingrese al despacho de la Secretaría de la Presidencia, el presidente hizo un show mediático en la mañana al posar caminando por la calle dirigiéndose a hablar con la Fiscal de la Nación. Llegó, se sentó con ella, foto por aquí, foto por allá y, ¿qué pasó? Nada. Fue solo para pedirle que reprograme su testimonial para el 28 de diciembre (día de los inocentes, ¡qué ironía!). ¿No podía mandarle a la fiscal un escrito pidiendo la reprogramación? Mucho circo, mucha carpa, para mostrarnos una triste función de mimos.
Luego, en la tarde, publicitó una reunión – ojo, “reunión”, no conferencia de prensa…ni entrevista – con algunos periodistas. Dicho encuentro, lógicamente, fue a puerta cerrada. ¿Cuál fue el resultado de dicho encuentro? Bastante publicidad, brindar una imagen falsa, tontear al público. Nada más. Como era de esperarse, luego salieron los periodistas indicando que Castillo escuchó atentamente las preocupaciones que le manifestaron, prometió dar en algún momento una entrevista, y se mostró bastante receptivo. La misma de siempre, en vez de responder lo que desde Punto Medio ya indicamos antes (ver aquí ). Se necesitan explicaciones verosímiles, no shows.
¿O no han escuchado el mismo discurso en todos los que se han reunido con él para la foto? Escuchen y lean las entrevistas que han dado los ex ministros de Economía que se reunieron con él, o lo que dijeron los miembros de la SNI, o los empresarios mineros, etc. “Castillo se mostró preocupado, receptivo, nos escuchó, no dijo mucho, no afirmó nada, entendió el problema, asintió”. Resultado: fotos. ¿Hechos? No, ¿para qué? La idea es tontear con imágenes y ningún hecho concreto.
Sin embargo, algunos solo logramos ver a un hombre temeroso que se victimiza, y que cuando las papas queman finge estar haciendo algo para que luego te olvides del resto. Nos suelta el cuentazo de siempre: “Es que pronto van a ver lo que estoy haciendo…prontito, nomás. No me reclames, porque soy del pueblo y eso es racismo”.
Ya, pues. Ya estuvo bueno el chiste. Si no puede con el cargo, que tenga un poco de coraje y como adulto responsable lo acepte. Y a partir de eso, o se asesora bien o renuncia. Pero el país no merece a un mequetrefe dando tumbos en Palacio. No se le ha elegido para hacer de modelo de TikTok, sino para ser presidente de una Nación. ¡Y vaya que nos merecemos explicaciones de todas las barbaridades sobre las que se le denuncia, y de los planes que pueda tener para nuestro país!
Mientras tanto, los aliados de Castillo siguen creyendo que por la mera existencia de una oposición impresentable, todo lo que haga el presidente y su entorno es absolutamente justificable…¡hasta digno de ser festejado! Una cosa es hacerte al ingenuo, y otra muy diferente es ser cómplice o ayayero.
La imagen que da el Presidente es la de un perchero pegado a la pared con cinta adhesiva: simpático, con sombrero, absolutamente inútil y a punto de caerse. Un castillo de arena, a la espera de que la marea suba y se lo lleve sin dejar rastro.
Fotos: Twitter Presidencia de la República.