Se define la palabra “crisis” como un evento que pone en peligro el desarrollo de un proceso, como un Gobierno. ¿Podríamos decir que el Gobierno de Castillo sale de una crisis e inmediatamente entra en otra? ¿O es que, al vivir en permanente precariedad, para ellos una “crisis” sería tener estabilidad en medio de un proceso de “descomposición gubernamental”? Difícil definirlo.
Desde el nombramiento de Ayala en el Ministerio de Defensa, se advirtió su falta de idoneidad para asumir dicho cargo. Sin embargo, peores nombramientos y escándalos llamaron la atención y lograron que los reflectores se enfoquen hacia otro lado. Es más, tras las salidas de Barranzuela, Maraví, Béjar y Bellido en estos momentos estábamos más concentrados en el Ministro de Educación (que se opone a la carrera magisterial), el de Transportes (que busca regalarle a los transportistas informales el ministerio), y en el Ministro de Energía y Minas azuzando a los bloqueadores de carreteras. Así fue pasando piola el tuerto en la tierra de los ciegos.
Pero, con la salida intempestiva – tras 3 meses desde sus nombramientos – de los Comandantes Generales del Ejército y la FAP, las alertas se encendieron.
El día de ayer, ambos oficiales – hoy en retiro – informaron a la prensa y la opinión pública que el ministro de Defensa, el asesor del Despacho Presidencial y el mismo presidente los presionaron para que asciendan a allegados de Castillo. Es decir, para que vayan contra la ley para beneficiar a “leales al presidente”.
De corroborarse está acusación, la situación se pondría bastante peligrosa para el Gobierno de Castillo. Los esfuerzos inútiles de sus trolls que justifican en redes cada pachotada de este régimen con el clásico “Keiko hubiera sido peor”, ya no sirven. Justificar a este Gobierno con una lógica ridícula de segunda vuelta electoral ya no es suficiente.
Vendrán días de incertidumbre. De existir pruebas fehacientes de que el Presidente Castillo cometió tráfico de influencias, la situación será grave. Si bien el Presidente tiene inmunidad, el precedente de la destitución presidencial desmotivada sigue vigente.
Lo lamentable es que, hasta hoy en la mañana, el Presidente siga sin aceptar la renuncia de Ayala. ¿Qué señales claras necesita Castillo para remover a un ministro? ¿Que los chanchos vuelen y los sapos bailen marinera?
Tanto alabar a Evo Morales, pareciera que la cabeza del Presidente está en Bolivia.
Extra: ¿En qué va el curso para atacar el machismo de Anahí Durand para los ministros? Tras escuchar las declaraciones de ayer del Ministro de Defensa, pareciera que no surtieron efecto. Recomendamos un curso con marionetas, quizás.
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