Muchos critican cómo algunos se «obsesionan» en atacar a Verónika Mendoza. Esto a raíz de que ha quedado demostrado, desde hace unos meses, lo inconsecuente que resultó ser en cuanto a la defensa de algunas posiciones que sostenía cuando no era aliada del Gobierno de turno. Recordemos que Mendoza aglutinó seguidores de la lucha feminista y de grupos que consideran importante la igualdad de las mujeres y el cese de todo tipo de acoso o violencia hacia ellas.
Mendoza antes de tener poder
Cuando estuvo en el Congreso en el período 2011-2016, su despacho organizaba foros como el de “Derechos Políticos de las Mujeres”, en el que indicaba que el acoso hacia la mujer era “un problema de todas aquellas que disputan espacios de decisión política” y que se tenía que “seguir luchando” al respecto (ver aquí ).
En el 2017, Mendoza era tajante e indicaba que “La violencia hacia las mujeres es inaceptable venga de donde venga” (tuit del 2/11/2017), a raíz de una denuncia contra un ex asesor de su bancada. Este hecho la pintaba como una mujer dura y consecuente con sus principios, sin temor a denunciar a un agresor así sea de su entorno. A esa Mendoza le repugnaba el blindaje que le hacían en Fuerza Popular a un impresentable congresista acusado de tocamientos indebidos, el fallecido Moisés Mamani, y como muchos exigió su respectivo desafuero.
En abril del año pasado, Lucía Alvites – ex candidata por Juntos Por el Perú – declaraba para LATFEM (ver aquí ) que las feministas apoyaban la candidatura de Mendoza “porque es una compañera comprometida con la lucha por las mujeres y porque entendemos que los cambios necesarios tienen que incluir un eje de igualdad desde los feminismos”. Durante esa campaña, Mendoza también levantó las banderas del feminismo, criticando a todo candidato con “discursos del siglo pasado”, marketeando sus programas y proyectos que buscaban fortalecer la posición de las mujeres.
Durante la segunda vuelta de estas últimas elecciones, emplazaba a Keiko Fujimori por haber bloqueado con su bancada el avance en derechos de las mujeres. Ante eso, indicó que Fujimori “no puede hablar en nombre de las mujeres” (tuit del 30/05/2021).
Mendoza, aliada del Gobierno
Una vez que se posicionó como aliada del Gobierno, surgió una ¿nueva? Mendoza. Una que relativiza las denuncias, que no tiene reparos en avalar y apoyar a personajes nefastos con denuncias que antes le repugnaban.
Mendoza y su aliada Durand no dudaron en avalar el nombramiento y la permanencia de varios ministros con denuncias de violencia doméstica y familiar. Tampoco les causó estupor apoyar y pertenecer a un Gabinete presidido por un misógino como Bellido. Ante denuncias sobre sus antecedentes machistas – y pantallazos de los comentarios en redes de ese ex ministro antes de asumir el cargo – no se sonrojaron. Lo apoyaron, lo avalaron, y hasta habrían creído que sería bueno que éste hiciera cuestión de confianza por la permanencia de otro ministro impresentable como Maraví (con serias acusaciones de tener antecedentes terroristas).
Cuando salió la denuncia de la congresista Chirinos, a quien Bellido le habría dicho que solo le faltaba que la violen, Mendoza hizo algunas muecas y pucheros. En tuits en los que no mencionaba al agresor denunciado ni por casualidad, exigía investigaciones exhaustivas. Y en ese hilo de tuits en los que sí menciona a la víctima de la agresión, ella misma termina victimizándose mostrando cómo congresistas desadaptados se burlaban de ella cuando exponía en el Pleno la necesidad de una ley contra el acoso sexual callejero.
En los hechos concretos, su respaldo al PCM Bellido se mantuvo firme hasta el final.
¿En qué quedamos?
Se nos dice que la posición de Mendoza sigue siendo la misma, que lo que está haciendo es una lucha por el poder desde adentro para librar esas batallas, que es parte de la “realpolitik”, que no hay que ser policías de la moral, y otro tipo de justificaciones. Consideramos que es válido que la señora haya decidido tomar ese camino político, también que su posición sea considerada respetable para algunos. Sin embargo, sí nos parece que tras esa decisión, Mendoza y sus aliadas no deberían tratar de seguir tomándole el pelo a las personas que sí creen fervientemente en las luchas que antes ellas decían librar.
Creemos también que, efectivamente, cuando a una persona se le deposita cierta confianza, el hecho de que ésta termine defraudando genera un mayor sentimiento de rechazo. Uno no se molesta igual con una persona a la que nunca le creyó nada. Y en el caso de Mendoza, muchas personas que creen en la importancia de las luchas por la igualdad quizás le creyeron, considerándola una abanderada de dicha batalla. Al comprobarse que todo era relativo para ella, que el poder era mucho más importante, y que solo las agresiones de sus adversarios eran dignas de ser denunciadas y castigadas…pues sí…trajo bastante malestar.
Leyendo testimonios de mujeres víctimas de agresión, el temor a denunciar es bastante común. Muchas denuncias terminan siendo relativizadas y hiere más que las que lo hagan sean otras mujeres con poder, que en vez de empatizar con la víctima respaldan y apoyan al agresor. Mendoza le dijo a Fujimori que no podía hablar en nombre de las mujeres, ¿ella sí?
Foto: Twitter de Verónika Mendoza