En política, y en la vida misma se negocia todo el tiempo. Uno negocia sus vacaciones, el precio de algún bien o servicio, negocia su tiempo, planes, etc. Negociar, como práctica es parte de nuestro día a día. Sin embargo, cabe preguntarnos, ¿tenemos “no negociables”? Es decir, nuestra flexibilidad y lo que podemos ceder en aras de algún beneficio, ¿tiene límites?
Creo que deberíamos tenerlos. Por ejemplo, en temas de principios uno no debería negociarlos para lograr un beneficio particular, ¿no? Porque al ser principios, no deberían de ser parte de ninguna transacción. Si bien el arte de la negociación es parte vital en la política, ¿los políticos deberían tener “no negociables”? Soy de la opinión de que sí, sí deberían tenerlos. Y también deberíamos, sus electores, poder identificarlos fácilmente. Así, podemos saber dentro de qué márgenes actuarán dichos políticos al asumir puestos de poder. Sin embargo, ¿nuestras autoridades políticas los tienen? Y si los tuvieran, ¿podemos identificarlos claramente?
Por ejemplo, ¿Se podría afirmar que el breve gobierno del ex Presidente Kuczynski tenía “no negociables” cuando no tuvo límites a la hora de entregar ofrendas a la oposición obstruccionista a la que se enfrentó? No, ¿no? Lo vimos ceder a todo tipo de presiones, hasta en los momentos en que tuvo niveles altos de popularidad. El gobierno de PPK no vaciló en entregarle a la oposición que lo veía como enemigo puestos dentro del Ejecutivo, la SUNAT, las cabezas de ministros, y hasta el indulto a Alberto Fujimori con tal de que lo dejaran gobernar. Viendo que no había límites en las concesiones, la oposición se dio cuenta de que siempre se podía ir por más hasta llegar al fin máximo que pretendían y que lograron.
Preocupa pues, que en este momento en el que vivimos, casi ninguna autoridad electa nos muestra cuáles serían sus no negociables. Y no es un problema que solo vemos en el Ejecutivo, sino también en el Legislativo.
En el Ejecutivo no hay personalidades que puedan ser rechazadas para ocupar cargos públicos. No es difícil mencionar rápidamente una cantidad considerable de ministros y funcionarios contratados por el Gobierno con serias y graves denuncias. Hemos encontrado a implicados en investigaciones por corrupción, maltrato físico, lesiones y apología al terrorismo. Viendo como cada día aparecen nuevas denuncias escandalosas y que la reacción del Presidente Castillo es similar a la de un “guardia inglés”(aquellos que no mueven ni un músculo cuando están de servicio), nos preocupa no saber cuáles son sus límites y qué cosas no aceptará dentro de su equipo. Y es que, además del caso del Sr. Maraví (¿actual Ministro de Trabajo o ex Ministro?) que es escandaloso e inaudito, hoy sabemos que tenemos un PCM que además de ser parte de una investigación sobre financiamiento político ilícito y apología al terrorismo, le puede decir con total normalidad y descaro a una congresista que “falta que la violen”. Con los testimonios de testigos y la propia víctima, además de sus escritos misóginos y machistas anteriores a que asuma el cargo, el Sr. Castillo no puede pretender que no sabe quién está en su entorno, ¿no?
Sin embargo, por el lado del Congreso la cosa tampoco pinta nada bien. Darle la confianza a este gabinete después de escucharlos criticar a sus integrantes por las graves denuncias que tienen en su haber, además de su falta de idoneidad, ¿qué mensaje nos da? ¿Cuáles son sus no negociables? ¿Qué consideran que no podrían aceptar? ¿Cuáles son sus límites? ¿Qué piensan frenar y qué no? Los aliados del Gobierno de la bancada de Juntos por el Perú, ¿no izaban las banderas de la igualdad, los derechos de las minorías, los derechos y la protección de la mujer?¿Eran negociables para ellos?
El peruano de a pie no sabe lo que va a pasar, no tiene ni idea cuál será el resultado de este conflicto constante que vive nuestro país. Y es que, no tenemos ningún grado de certeza si no nos expresan (en palabras y hechos) qué no negociables tienen los actores políticos. Lamentablemente, vamos a ciegas, y el Sr. Castillo parece creer que mantener una actitud similar a la de un guardia inglés puede ser una forma viable de gobernar. Sin embargo, nuestra variante no resguarda a la monarca como en el caso inglés. Resguarda más bien al primer troll de la nación que pareciera estar al mando del gobierno.
Photo by Kutan Ural on Unsplash